Un poco de historia...

No obstante, la economía de Dinant ha vivido épocas de gloria: las dinanterías (el cobre) eran muy apreciadas en la zona renana y en el mercado londinense. El declive de esta industria a lo largo del siglo XVIII deja paso a la curtiduría y a la papelería, especializada en la fabricación de barajas. Por entonces, aparecen las famosas “couques de Dinant”. Desde finales del siglo XIX, la industria turística y hostelera no ha dejado de desarrollarse y, hoy en día, ocupa un lugar importante en la economía local.
No olvidemos que la ciudad de los “copères”, nombre que se les da a los habitantes de Dinant por su fama trabajando el cobre (del neerlandés koper o del inglés copper que significa cobre), nos ofrece también otros sectores importantes.

La “Citadelle” de Dinant
La fortaleza está situada a 100 metros por encima de la ciudad, la vista sobre el río Mosa desde allí es vertiginosa. En el corazón de las murallas, maniquíes de tamaño natural dan vida a los episodios más importantes del pasado europeo y belga. También se pueden visitar los calabozos, las cocinas, las carrozas, el museo de armas, los cañones y otras muchas cosas.
Una iglesia típica de Dinant que merece ser visitada.
Esta iglesia tiene, a partir de 934, el rango de Colegiata. Fue habilitada en el siglo XII, siguiendo la arquitectura románica. En 1228, como consecuencia del trágico desprendimiento de una parte de la roca, sufrió graves daños y murieron 36 personas. La colegiata se reconstruyó siguiendo el estilo gótico típico del valle del Mosa. Más tarde, se le añadió ese extraño campanario con forma de bulbo que le da a Dinant una fisionomía particular.
En el interior, destacan las pilas bautismales de 1472, un atril de cobre de Dinant (1731) y una extraordinaria vidriera situada en el crucero. Se trata de una de las vidrieras más grandes de Europa, obra maestra del maestro vidriero Ladon, en la que se hallan representadas escenas bíblicas.